Hoy me gustaría compartir una variación de
la historia del otro día.
Estás en la oficina, muy estresado, hasta arriba de trabajo, todo es muy urgente, el teléfono no deja de sonar y tienes muchos programas abiertos en el ordenador, muchos programas y muchos archivos, una maraña de archivos increíblemente bestia en tu pantalla, todo corre prisa y, en ese momento, te entra caca.
La expresión "te entra caca", te entra. No sale, entra. Un mierda que se te mete por el ano, QUE TE ENTRA, como si estuviera viva, una serpiente de caca que se te mete por el culo.
Bueno, estás con mucho trabajo cuando notas unas ganas muy intensas de "
ir", una presión en el culo muy afanosa a la que tu ano no va a poder resistir mucho tiempo.
Te levantas, vas corriendo al lavabo y cagas. Muy suave, flop, de una tacada, muy grande y de un tirón. -Realmente esta mierda perdía el culo por salir, je je- piensas.
Pero no tienes tiempo para recrearte en la auto complacencia, tienes mucho trabajo, ahí fuera, muy urgente, impacientándose en tu mesa.
Te subes los pantalones, no te limpias porque todo salió muy suave (se te ocurre que no le ha dado tiempo ni a manchar) abres la puerta y, ahí, frente a ti, hay alguien esperando para entrar, es un jefe, un jefe de los de arriba, de la planta de arriba. Muy serio
Se cruza su mirada con la tuya, tú sales, él entra, y entonces lo recuerdas, recuerdas que no has tirado de la cadena. Ni siquiera has cerrado la tapa. Has dejado tu muñeco ahí, al aire.
Te giras muy rápido, como si pudieras hacer algo para evitarlo. De tu boca sale un “
no” como en un grito, pero aspirado, un grito hacia dentro. Alargas la mano, como para… no sabes muy bien para qué, pero ya es demasiado tarde.
Tú jefe, el gran jefe, lo ha visto, ha visto tu mierda, y ahora te está mirando a ti.
Balbuceas: -Me he olvidado… no, yo… tengo mucho trabajo y…
Y notas que su mirada dice “vuelve al trabajo, cerdo”. Se gira y cierra la puerta tras de sí, en tus morros.
Mientras sales del lavabo suena la cadena.
Esa es la banda sonora de ese momento, litros de agua desplazando tu eces por las tuberías de tu oficina. La banda sonora del fracaso. El ruido de la cadena, accionada por tu jefe.